Rincón Literario de Paco Marín: "1854. El método Marsh"
Hay que tener la cabeza muy bien amueblada y las ideas muy convincentes para redactar una obra como “1854. El método Marsh”. Obra compuesta por 66 capítulos… capítulos con la adecuada extensión, ágil lectura y sin posibilidad de despistarse.
Gran trabajo de Antonio Domínguez Muñoz para manejar una pléyade de personajes entre los que destacan Federico y Benito. He de hacer notar la importancia que adquiere la mujer en la medianía del siglo XIX pues, como dice el autor, en dicho momento “las mujeres no mandan, pero si dirigen”.
Un lujo pasear y patear por la ciudad de Sevilla en plena Semana Santa.
Han de leer, si o si, “1854. El método Marsh”.
P.- Por favor presente a Antonio Domínguez Muñoz.
R.- Nací en 1974 en Lebrija, una localidad rodeada de marisma en la frontera entre las provincias de Sevilla y Cádiz. Siempre he estado muy apegado a mi tierra. A excepción de mi época de estudiante de Filosofía y Ciencias de la Educación, cuando residí en Sevilla capital, o una corta estancia en Las Palmas de Gran Canaria ejerciendo de profesor de Educación Secundaria, nunca he querido salir del pueblo. En el plano profesional, a lo largo de mis casi cincuenta años, he tenido el privilegio de poder trabajar en distintos sectores, aunque la prensa local, la educación y la consultoría de Recursos Humanos, en la que ahora me gano la vida, han sido las más destacables. Casado, divorciado y vuelto a casar (parece que algunos no aprendemos nunca), la vida me ha regalado una compañera de viaje, tres hijas y un hijo a los que adoro y por los que me intento levantar cada mañana con una sonrisa. “1854: El método Marsh” es mi primera novela.
P.- ¿Desde cuándo escribe y por qué?
R.- Escribo desde que estudiaba la EGB, sí, la EGB. Entonces, como a cualquier niño lo que me interesaban eran los cuentos y las aventuras de héroes que salvaban a la humanidad. En la secundaria, (la adolescencia, ya se sabe) viré hacia la poesía. Una costumbre que aún mantengo. Ya en la Universidad coqueteé con los relatos cortos y los ensayos, aunque cuando más he escrito, evidentemente, es en los más de veinte años en los que he ejercido de redactor y editor de prensa local. Ahí es donde he aprendido lo poco que sé. Tener que publicar un texto amplio sobre un hecho que para muchos podría ser anecdótico ayuda mucho. El escribir “1854. El método Marsh” me ha servido para romper ese miedo que siempre he tenido a no saber hilar una trama más allá de las veinte páginas.
P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace "1854. El método Marsh"?
R.- Un día, por casualidad, cayó en mis manos la autobiografía de Federico Rubio Galí: “Mis maestros y mi educación”. Su lectura me despertó la curiosidad sobre el personaje y la época. Se trata de una autobiografía que termina cuando Federico Rubio llega a Sevilla. Soy curioso por naturaleza, demasiado si hacemos caso a mi madre, así que seguí investigando su biografía y me fascinó. De ahí a crear una trama en una ciudad tan interesante como Sevilla y con unos personajes y hechos tan relevantes como los que estaban entonces ocurriendo, no fue tan difícil. Aproveché el confinamiento para documentarme a fondo y para escribir el primer borrador.
P.- ¿Cómo se ha documentado? ¿Por qué sitúa la acción en Semana Santa?
R.- Con respecto a la documentación, he de reconocer que, en mi caso, es algo casi enfermizo. No es nuevo ya que desde que estaba en la Facultad hice lo imposible por conseguir un carné de investigador con el único propósito de que me permitiesen entrar y fisgar en la Biblioteca Capitular de la Catedral de Sevilla. Allí pasé muchos de mis mejores momentos de estudiante entre manuscritos y obras antiguas. Lo sé, hoy puede parecer muy friqui, pero yo soy así. En concreto, para la novela he intentado tanto acudir a las fuentes coetáneas (periódicos, novelas, obras de teatro) como a estudios específicos de las materias que se tratan en ella. Tan entusiasmado estaba con la documentación previa que necesité que mi mujer, Bely, me pusiera los puntos sobre las íes y me obligara a empezar a escribir de una vez.
Respondiendo a la segunda cuestión, el hecho de que la acción transcurra en Semana Santa no es baladí ya que, metafóricamente, se producen dos Vía-Crucis paralelos: Uno el religioso, con la preparación del Santo Entierro Grande, y otro el que tienen que recorrer Federico Rubio y Benito Carrasco en su investigación.
P.- "Con el procedimiento adecuado no hay verdad que pueda ser ocultada". ¿Qué es el método Marsh?
R.- El método Marsh es una prueba científica desarrollada por el químico escocés James Marsh (1794-1846) que sirve para detectar si en una muestra orgánica hay arsénico. En el siglo XIX eran muy corrientes los envenenamientos con arsénico y, curiosamente, era muy difícil de demostrar la culpabilidad de los o las sospechosas en un juicio. La prueba consiste, básicamente, en añadir a un resto orgánico ácido sulfúrico y arsénico de zinc. En caso de que el resto esté contaminado de arsénico, se liberará arsina que, gracias a una innovación del médico mallorquín Mateu Orfila, quedaría reflejada al ascender y ennegrecer un tubo en forma de espiral donde quedaba contenida. Es precisamente esto, el hecho de que para esclarecer un asesinato la prueba más eficiente es que se oscurezca algo, lo que me cautivó. En otras palabras, como en el método científico, la investigación que realizan Federico Rubio y Benito Carrasco los lleva a adentrarse en los rincones más oscuros de la sociedad sevillana de la época y los arroja a una tormenta de causas-efectos inesperados que desembocan, en muchos casos, en tragedia.
P.- ¿Quién fue Federico Rubio?
R.- Federico Rubio y Galí nació en la localidad gaditana de El Puerto de Santa María en 1827 y falleció en Madrid en 1902. Considerado como el príncipe de la cirugía española del siglo XIX tuvo una vida llena de acontecimientos relevantes tanto en el plano médico como en el político. Numerosas ciudades tienen calles, plazas, centros sanitarios o educativos con su nombre, aunque para la mayoría de la población de hoy día es un completo desconocido.
P.- De todos los personajes ¿con cuál se identifica más?
R.- Me gustaría decir que con el propio Federico ya que era una persona culta, íntegra e innovadora pero no puedo dejar de pensar que soy más como Benito Carrasco: impulsivo, entusiasta y algo fanfarrón.
P.- En la novela ¿mandan más las mujeres que los hombres?
R.- Me alegra mucho que me hagas la pregunta porque esa era mi intención y me explico: Aunque, evidentemente, no sería muy creíble que a mitad del siglo XIX las mujeres ostentasen el poder público, lo que no podemos obviar es que en ese momento histórico en España reinaba Isabel II. Por otro lado, las mujeres de “1854. El métodoMarsh” no mandan, pero sí dirigen que es muy distinto. En la novela intento hacer ver cómo, desde mi punto de vista, las mujeres tienen una mayor capacidad evolutiva para dirigir, unas por necesidad y, otras, por ambición o por supervivencia, pero, en todos los casos, son ellas las que, a pesar de que sean los hombres los que aparentemente detenten el poder, planifican y dan forma a todo lo que ocurre.
P.- ¿Hay mucha diferencia entre la Sevilla de 1854 y la de hoy?
R.- En cuanto a extensión urbanística y modernización, evidentemente que sí. Sin embargo, en cuanto a mentalidad, yo diría que no. Si bien es cierto que el centro histórico de Sevilla continúa siendo muy fiel al que se describe en la novela, la Sevilla de hoy es mucho más que eso. Por otro lado, la forma de entender la vida de los sevillanos y sevillanas, en cuanto a sus tradiciones, forma de relacionarse y convivir, puede haber cambiado menos que las calles y plazas.
P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?
R.- Me encantan la novela negra y la histórica. De hecho, me gusta definir “1854. El método Marsh” como una novela negra con contexto histórico ya que más de mitad de los personajes que aparecen existieron, aunque, vaya por delante, los hechos narrados nunca ocurrieron.
Además, leo poesía y ensayo, sobre todo, este último.
En cuanto a autores tendría que reducir la lista porque son muchos, así que me centraré en los que cultivan la novela negra e histórica. Aquí, he de destacar a clásicos como Jim Thompson o Hammett por un lado y Robert Graves por el otro. En cuanto a la actualidad, me fascinan Alexis Ravelo, Jo Nesbo, Lorenzo Silva, Pierre Lamaitre o César Pérez Gellida en lo que a novela negra se refiere y Santiago Posteguillo en la histórica.
P.- Como lector, prefiere ¿libro electrónico, papel o audio libro? ¿Qué está leyendo ahora mismo? Recomiende, por favor, un par de títulos.
R.- Como lector prefiero papel, pero he de confesar que, por mi trabajo, con continuos desplazamientos, me resulta más cómodo el libro electrónico. Con respecto al audio libro, he encontrado el inesperado placer de hacer un viaje en coche de cuatro horas escuchando novelas fantásticas.
Ahora mismo estoy releyendo “El Eco Negro” de Michael Connelly.
En cuanto a las recomendaciones, “Un tío con una bolsa en la cabeza” y “La estrategia del pequinés” de Alexis Ravelo o, uno de mis más recientes descubrimientos, “Cruz” de Nicolás Ferraro.
P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- La verdad es que pocas por no decir ninguna. Gracias a la tecnología escribo en el portátil, en el móvil, en la tablet. Todo lo tengo en la nube y así no desaprovecho ninguno de los escasos momentos de inspiración para escribir. Quizá, por responder en concreto a lo que planteas, escuchar música. Me cuesta concentrarme si no es escuchando música.
P.- ¿Qué opinión le merece los festivales de novela negra, policiaca y de misterio?
R.- Creo que son un punto de encuentro necesario entre lectores y autores entusiastas de estos géneros. Me alegra descubrir, que cada pocos meses se pone en marcha un nuevo festival y que los que ya llevan más ediciones a las espaldas se consolidan. Además de los clásicos como la Semana Negra de Gijón, BCNegra, Getafe Negro, VLC Negra o Cartagena Negra, están proliferando festivales en otras provincias como Córdoba, Granada, Tenerife o Castellón.
Pienso que buena parte de la salud de la que goza el género de la novela negra se lo debe a los festivales.
P.- Venda su novela ¿por qué hay que leer "1854. El método Marsh"?
R.- Creo que el lector o lectora que se acerque a “1854. El métodoMarsh” va a encontrar una novela que, en primer lugar y, sobre todo, entretiene. Por otro lado, su estructura da pie a seguir leyendo y, según me cuentan quienes la han leído, engancha. Además, en muchos capítulos se convierte en una especie de “road novel” interior por Sevilla.
Para mí es muy importante, además de la trama, la evolución de los personajes que se ven, en muchos casos, zarandeados por los acontecimientos. Es esa la vana ilusión de que controlamos nuestras vidas y de que cualquier cosa que deseemos se cumplirá por el mero hecho de desearlo, tan típica de la sociedad actual, la que intento desmontar en “1854. El método Marsh”.
P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- En lo que a escribir se refiere, tengo el esqueleto de una segunda parte que se titulará “1856. El método Sucquet” con Federico Rubio y Benito Carrasco resolviendo un nuevo caso, aunque lo que estoy escribiendo ahora mismo no tiene nada que ver con lo anterior. El proyecto en el que estoy enfrascado ocurre en el mismo escenario, Sevilla, pero ciento sesenta años más tarde, en 2015. Espero poder tener el manuscrito terminado para final de verano. Ya veremos.